sábado, 22 de diciembre de 2012

Capítulo 8: Curioso Despertar


Unas voces, más bien, unos gritos me despertaron.

-¿Quién diablos es esa? ¡Te dije que trajeras a Bárbara!

-Pero lleva el medallón y es vampira, como me indicaste. También es morena y bastante pálida. ¡Cumple todos los requisitos!

-Salvo uno: ¡Que no es Bárbara! Y no te dije que era vampira, sino que seguramente su compinche lo era y que posiblemente la hubiera convertido.

-¿Qué? Ni hablar, tú no me dijiste eso. Tú me…

-¡Sé perfectamente lo que dije! ¡Y ahora te digo que no es Bárbara!

Las voces, a medida que pasaba el tiempo, me parecían más confusas y borrosas debido a mi mareo. Intenté deducir mi paradero. Estaba en una especie de prisión, lejos de la luz solar puesto que el pasillo al que daba la puerta de mi celda estaba iluminado por lámparas, olía a moho y era difícil respirar por la humedad. Las voces venían del pasillo, y eran un poco lejanas ya que sólo oía el eco. Debía estar en un sótano, bastante grande pienso yo. El mareo regresó, más fuerte que antes lo que provocó que un gemido saliera de mi boca. De repente el silencio reinó y unas pisadas se dirigían hacia mí. De mi puerta, en la parte dónde había unos barrotes, unos ojos aparecieron. Eran oscuros, grandes y con destellos de ira. Un chirrido retumbó y la puerta se abrió. La silueta del que antes me observaba era grande, muy musculosa e imponía bastante. Otra apareció detrás de él, era, sin duda la del chico que me capturó. Simon. Debía dar caza a quién me cazó. Pero mi fuerza se había esfumado.

-Tú…, fue lo único que pude decir con un tono furioso.

Intenté lanzarme a por ese canalla, pero sólo hizo que me cayera boca abajo.

-¿De dónde has sacado ese collar, niña?, era el corpulento el que hablaba.

-Me lo compró mi novio en el mercado, le contesté vacilando, no podía decirle la verdad.

-¿Ves? Es falso.

-¡Está mintiendo! ¡Ella misma me dijo que no tenía novio!

Sentía cómo la sangre abandonaba mi cara y cómo mi expresión cambiaba, sustituida por una de terror.

-Dejamos nuestra relación hace poco, dije un poco deprisa. Esperaba que se lo creyera.

-¡Asquerosa rata!, me dijo cogiéndome del brazo. ¿De dónde lo has sacado? ¡Contesta! Y no se te ocurra mentirme.

¿Qué estaba pasando? No entendía absolutamente nada. ¿Por qué dejé mi vida del campo junto al hombre que me quería y me cuidaba? Si no me hubiera ido, no estaría viviendo tal pesadilla. Pero no era tiempo para recordar ni para lamentarse, tenía que encontrar una excusa para salir de todo este embrollo, o podría decir la verdad. Aunque, mirándolo desde otro punto de vista, podrían quitarme el collar, el amuleto que me permitía ser inmune al sol, dejando de estar sometida a un eterno enemigo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario