miércoles, 19 de diciembre de 2012

Capítulo 7: Una Bárbara Confusión


Su mirada ahora se dirigió hacia mi pecho, que luciendo un escote un poco generoso, dejaba entrever la cadena. Su sonrisa desapareció.

-¿Dónde te diriges?, me preguntó.

-No tengo un rumbo fijo. ¿Por qué preguntas?

-Nosotros vamos a Nueva York, por si te apetece venir con nosotros.

Nueva York. Sin duda era una gran ciudad por lo que he oído, dónde pasaría desapercibida y no lamentarían unas cuantas pérdidas en cuanto a gente se refiere. Cumplía todos los requisitos. Sería perfecto, mi vida soñada. Tenía que ir.

-Por supuesto, accedí feliz.

-¡Genial! Tan sólo tienes que seguirme con tu coche…

-No tengo coche.

-Pues, en ese caso, te llevamos encantados.

Hizo un gesto con la cabeza para que le siguiera. Los humanos de hoy en día eran muy confiados, eso jugaba en mi favor. Subimos al coche de menor calidad que el anterior. Era rojo, pequeño y antiguo. Sencillo y barato. Ya en marcha, Simon me hizo un interrogatorio.

-¿Cómo llegaste a la gasolinera?

-Un chico me recogió y prometió llevarme allí.

-¿Era tu novio?

-No tengo novio.

-Ya veo… ¿Y de dónde eres?

-Soy de un pueblo rural no muy lejos de aquí.

-Pues yo soy de Nueva York. Nos fuimos de viaje y ya estamos de vuelta…

Hubo unos segundos de silencio.

-Bueno, ¿Cuánto hace que eres vampira?

Me sobresalté. ¿Es que acaso los humanos sabían de la existencia de vampiros? ¿Desde cuándo? Y si hubiera sido así ¿Cómo es que el conductor anterior no se percató? Puede que sólo ellos supieran la verdad o incluso… ¿Eran ellos vampiros? Él viendo la tardanza de mi respuesta embozó una gran sonrisa maliciosa. Ante la duda decidí hacerme la tonta.

-No sé de qué me hablas.

-Sí, sí, será eso. Vamos, que no eres con la primera vampira con la que nos topamos.

-Vaya, ¿Es que hay más?

-Así es. Y te estamos llevando de vuelta a Adam, Bárbara.

¿Bárbara? Ese no era mi nombre. ¿Quién demonios era Bárbara? ¿Y ese tal Adam? Se debían de estar confundiendo.

-Yo no soy Bárbara, ya te he dicho mi nombre. ¿Y quién es Adam? ¿Otro vampiro?

-No te hagas la sueca, que sé que eres tú. Adam me dijo que eras muy astuta pero que el collar te delataría.

-Vaya así que quieres el collar ¿eh? Pues si eres paciente te lo daré cuando se haga de noche.

-No creo que a Adam le haga mucha gracia que le lleve el envoltorio sin el caramelo.

-Te advierto que puedo matarte en un abrir y cerrar de ojos así que olvídate de entregarme a ese tal Adam.

-Yo que tú no lo haría. Digamos que hemos desayunado ajo y eso a ti no te sienta demasiado bien.

-En ese caso, puedo matarte con mis propias manos.

-No lo creo.

Abrió un compartimento secreto del coche y me lanzó un collar de ajos. Cayeron sobre mis piernas y me provocaron unas quemaduras bastante grandes. Los aparté de mí con brusquedad pero el olor de tal pesticida hizo que tosiera debido al picor que sentía en mi garganta y perdiera la consciencia en un par de minutos.

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